Fanzine

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¿Por qué un fanzine?

«La hegemonía […] no es universal y dada para el dominio perpetuo de una clase determinada. Debe ser conquistada, reproducida, sostenida. Como dijo Gramsci, la hegemonía es un “equilibrio móvil” que contiene relaciones de fuerzas favorables o desfavorables a esta o aquella tendencia».

Edward T. Hall, Beyond Culture (1976)

Desde que Bruxismo pasara de mera entelequia a proyecto de papel y tinta, nos hemos encontrado con dos preguntas recurrentes.

«¿Por qué un fanzine?» es la primera de ellas. Es evidente que la existencia de internet ha convertido a la mayoría de los fanzines tradicionales en objetos de otra época, así que la pregunta no deja de tener sentido. Nos referimos a esos fanzines dedicados exclusivamente a una escena o subcultura concreta que servían sobre todo para crear y mantener unida una comunidad. A través de ellos sus lectores se enteraban de qué nuevos grupos había que escuchar, qué nuevos libros había que leer, qué nuevos bares había que conquistar. Aquellos zines pioneros encontraban su razón de ser en la espontaneidad y la rapidez. Desde el huracán punk se convirtieron en la principal forma de expresión y comunicación de los prodigiosos marginados (y marginales) de este mundo. En la mayoría de ellos tanto los textos como el aspecto visual estaban sometido a esta función originaria. Aunque existen infinidad de matices, parece que esa necesidad la cubre hoy mucho mejor internet. Por eso, en los últimos años el fanzine, una vez superado en su misión original por los medios digitales, parece condenado a convertirse en una pieza más del museo de los horrores de lo trendy. Revistas de diseño impecable en papeles de lujo vendidas a precios abusivos, enfocadas al autobombo de unos promotores que se aprovechan del halo de vago romanticismo que inspira la palabra. Sirva este breve editorial para dejar claro que a nosotros esas revistuchas de galería de arte, como todo lo trendy, nos parecen una mierda.

Porque, aunque somos plenamente conscientes del escenario en que nos has tocado vivir, creemos necesario recuperar la otra de las características fundamentales de los fanzines: su completa autonomía. Este tipo de publicaciones no tienen, o más bien no deberían tener, ánimo de lucro ni publicidad, ni tampoco deberían estar enfocadas al autobombo de sus creadores. A riesgo de ser idealistas, creemos que en mundo lleno de ruido blanco en el que los medios se encuentran sometidos a los dictados de una publicidad más o menos encubierta (algo patente, sobre todo, en los medios culturales “alternativos”), se hace más necesaria la existencia de plataformas de crítica cultural que respondan exclusivamente a las pasiones, obsesiones, filias y fobias de sus promotores. Por eso, Bruxismo pretende ser un medio con textos y diseño funcional, sin ánimo de lucro (los 3’5 euros de su precio de venta se dedican exclusivamente a la sostenibilidad del proyecto) y vivo. Aunque ni mucho menos renunciamos a la belleza, hacemos este fanzine para que sea leído, no para que sirva de elemento decorativo de un bar de estilo nórdico en el próximo barrio de moda.

La segunda pregunta está relacionada con el enfoque de Bruxismo. Cuando decimos que nos inspiramos en las subculturas británicas de posguerra y en la cultura mod en particular, a menudo nos han preguntado entre sonrisas condescendientes si es que todavía hay algo que sacar de ellas.

Bien, estamos de acuerdo en que la subculturas británicas han sido saqueadas por las revistas de tendencias y la publicidad, por eso no nos interesan tanto sus plasmaciones estéticas concretas ―aunque sí veamos estas creaciones estéticas como parte de una serie de códigos reformulables―, como su proyecto de creación de zonas autónomas dentro de la cultura de consumo con los elementos propios de esa misma cultura de consumo. Un proyecto propio de la modernidad cuyos valores nos parecen más útiles que nunca en un momento en que la hegemonía de lo posmoderno parece incontestable.

No estamos interesados en las subculturas mod y afines como algo retro, sino como una fuente de inspiración a la que acudimos para enfrentar el presente líquido de la posmodernidad. Vemos en el dandismo obrero propio de los mods, de pioneros como Antonio de Hoyos y Vinent y de la gente de la Worker-Dandyst International una forma de superar creativamente las categorías que nos impone el poder, un manual de estilo en el sutil arte de la subversión y la fuga, una “máscara de palabras[1]”.

El sueño de la posmodernidad produce monstruos. Nosotros rechinamos los dientes.


Bruxismo Nº1
Publicación
: 4/11/2017
Número de páginas: 40. 


Bruxismo Nº2
Publicación
: 14/04/2018
Número de páginas: 60.


Bruxismo Nº3
Publicación
: 24/11/2018
Número de páginas: 76.

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